Evidencia de cambio climático ancestral encontrada en estudio de ADN prehispánico

Un estudio reciente de ADN antiguo de poblaciones prehispánicas descubrió evidencia de que algunos grupos indígenas se adaptaron a las sequías inducidas por el cambio climático, en lugar de migrar.
En una investigación article publicada el viernes en Science, los autores explican que antes de la conquista española, México estaba dividido en Aridoamérica en el norte y Mesoamérica en el sur. En Aridoamérica, los grupos prehispánicos subsistían de la caza y la recolección, mientras que la agricultura era la principal actividad de subsistencia en el sur. La línea que los divide, que cambió con el tiempo, ha sido objeto de estudio durante mucho tiempo.
La teoría dominante, basada en una serie de estudios antropológicos, ha sido que los grupos indígenas que habitaban la frontera de Mesoamérica se vieron obligados a migrar hacia el sur debido a los drásticos cambios climáticos que ocurrieron hace unos 1000 años, lo que provocó que la frontera con Aridoamérica se desplazara hacia el sur a medida que el La población mesoamericana fue reemplazada por cazadores-recolectores del norte.
Sin embargo, un estudio de ADN antiguo realizado por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) en conjunto con instituciones académicas de Europa y Estados Unidos contradice estas afirmaciones. Nueva evidencia sugiere que algunos pueblos prehispánicos no se mudaron durante la sequía, sino que se adaptaron a la falta de agua y adoptaron nuevos medios de vida.
El estudio es uno de los más grandes jamás realizados sobre los antiguos pueblos indígenas de México.
Los investigadores analizaron 27 muestras genéticas de individuos prehispánicos, tomadas de ocho sitios arqueológicos en la región de Sierra Gorda, en el centro de México y la frontera norte de Mesoamérica. Sus hallazgos sugieren que la población que habitó la región no emigró durante el período de extrema sequía que ocurrió entre el 900 y el 1300 d.C.
“Los individuos de la Sierra Gorda antes y después de la sequía compartían una mayor afinidad genética entre ellos que con cualquier otro individuo prehispánico”, dijeron los investigadores.
Una de las investigadoras, María Ávila-Arcos, de la UNAM, explicó en entrevista con el diario El País que si bien las sequías provocaron la migración de otras poblaciones, este no parece ser el caso de los grupos que habitaban la Sierra Gorda.
“En el sitio que estudiamos, no ocurrió reemplazo de población. Se reflejó continuidad”, dijo.
Esta continuidad genética se extiende a la población indígena moderna, según el estudio.
Una posible explicación para esto “es que las condiciones climáticas favorables en el norte de Sierra Gorda han mantenido una humedad más alta que otros lugares áridos en la frontera norte de Mesoamérica”.
Los investigadores también creen que los habitantes de la Sierra Gorda sobrevivieron debido a su participación en la extracción de cinabrio como actividad principal de subsistencia, en lugar de una dependencia de la agricultura. El cinabrio es un mineral que tuvo valor sagrado a lo largo de la época prehispánica.
Aún así, los investigadores reconocen que también hay factores que sugieren que los habitantes podrían haber sufrido una fuerte disminución de la población debido al cambio climático. El estudio finalmente demuestra que los movimientos migratorios de las antiguas civilizaciones mexicanas fueron más complejos de lo que se creía.
Su investigación también muestra el grado en que se vinculó el ADN entre los pueblos mesoamericanos. Los científicos encontraron continuidad entre los Pericúes, un grupo indígena de la península de Baja California que desapareció en el siglo XVIII, y el pueblo Pima (también conocido como Akimel O'odham), que actualmente vive en Arizona, Sonora y Chihuahua.
Los investigadores también identificaron dos antiguas poblaciones "fantasmas" no muestreadas que contribuyeron genéticamente a las poblaciones prehispánicas en el norte y centro de México. Este descubrimiento plantea preguntas sobre los eventos demográficos que pueden haber dado origen a las poblaciones aridoamericanas y mesoamericanas.
“Hay más preguntas que respuestas”, dijo Ávila-Arcos. “Lo que [el estudio] nos deja ver es que el proceso detrás de la población de Estados Unidos fue bastante complejo”.
Con reportajes de El País y La Vanguardia