Don Pepe y el arte del puntillismo de calabaza

Ahualulco de Mercado es un pequeño pueblo de Jalisco, ubicado a una hora en auto al oeste de Guadalajara.
En este pequeño pueblo vive Julio Álvarez, un ornitólogo autodidacta y un gran fotógrafo de naturaleza. Todos los días disfruto de las fotos de pájaros y animales de Álvarez en su feed de Facebook, pero la semana pasada enfocó su cámara en un tema diferente.
“Me gustaría que conocieran a mi vecino, Don Pepe”, escribió. “Solo mire cómo este hombre convierte un humilde bule (calabaza o calabaza de botella) en una deliciosa obra de arte”.
No tuve problemas para encontrar algunos amigos que coincidieron conmigo en que Don Pepe y su taller en Ahualulco merecían una visita.
Ahualulco está ubicado en la carretera 4 de Jalisco, que está llena de lugares interesantes para visitar. Están las curiosas pirámides circulares o Guachimontones, seguidas de las extraordinariamente bellas haciendas de La Labor y El Carmen, ambas hoy convertidas en hoteles boutique.
Luego está el depósito de obsidiana en expansión de El Pedernal, el santuario de aves de Agua Blanca y no olvidemos el fenómeno natural de las Grandes Bolas de Piedra (Las Piedras Bola), una montaña entera cubierta con alrededor de cien esferas de piedra formadas naturalmente de hasta 3 metros de diámetro.
Hay tantas cosas lindas para ver en esta carretera que dejo el tema para otra ocasión porque aquí estamos en Ahualulco, en la calle Pino Suárez 27, y Don Pepe (José Zúñiga Méndez) nos está recibiendo en su taller y casa.
Por todas partes hay calabazas (Lagenaria siceraria), también conocidas como birdhouse gourds y long melons en inglés. En México se les llama comúnmente guajes o bules.
Frente a mí veo cuencos de calabaza, copas de calabaza, vasos de chupito, macetas, cucharones, candelabros, tortilleros… y muchas lámparas.
“Tenemos todo tipo de lámparas”, dice Pepe con una gran sonrisa, “algunas que cuelgan del techo, lámparas de mesa, lámparas de escritorio, lámparas de noche, lámparas de pared. Las calabazas se usaban tradicionalmente para contener agua, pero yo las uso para contener luz”.
Pepe se sienta en su mesa de trabajo y nos muestra sus herramientas. La mayoría de ellos son brocas. Sosteniendo una gran calabaza en su regazo, perfora agujeros, cientos de agujeros, con gran precisión, algunos de los cuales son muy, muy pequeños. Los grupos de agujeros forman formas.
“Ahora, déjame mostrarte cómo se ven estas lámparas en la oscuridad”, dice el artista.
Y en el momento en que apaga la luz, todos nos quedamos boquiabiertos: las lámparas brillantes son realmente hermosas, muy diferentes a todo lo que hemos visto antes.
“Mis lámparas tienen que verse bien tanto en la luz como en la oscuridad”, dice Don Pepe.
Nos cuenta que su técnica se llama puntillismo, pero en lugar de poner puntos en un lienzo al estilo de Georges Seurat, Pepe crea formas y patrones hechos de muchos, muchos agujeros de varios tamaños.
“He ido a exposiciones por todo México”, dice, “en Chihuahua, Oaxaca y Tijuana, por ejemplo, y hasta ahora parece que soy el único que usa una técnica puntillista en calabazas”.
“Este es un negocio familiar”, continúa explicando Pepe. “Tenemos una tienda en Tlaquepaque que se llama Arte Natural y mi hijo es el gerente de la tienda. Mi nieto vende nuestros productos, mi nieta me ayuda a pintarlos y encima tengo empleados, todos discapacitados. Así que trabajan aquí en sillas de ruedas. En este momento, estoy suministrando estas lámparas a dos hoteles diferentes en Puerto Vallarta”.
Me sorprendió saber que Don Pepe pasó 30 años trabajando para IBM antes de comenzar a transformar calabazas.
“Nosotros somos los que trajimos la PC a México, de Boca Ratón”, nos dijo.
“Cuando me retiré de IBM”, continuó, “empecé a hacer este trabajo con guajes como terapia ocupacional. Quería hacer algo que no dañe el medio ambiente y al mismo tiempo ayude a preservar las tradiciones que comienzan a desvanecerse. Así empezó. ¡Y ahora amo lo que estoy haciendo!”
“¿De dónde sacas tus guajes?” Le pregunté a Don Pepe.
"Bueno", dijo. “Estamos limpiando constantemente el interior de estas calabazas, por lo que tenemos semillas que caen al suelo por todas partes, ¡y brotan! Naturalmente, aprovechamos y recogemos los plantines, ya finales de junio, cuando hace buen tiempo, los plantamos en un trozo de tierra que tenemos.
“Si empiezas con una semilla, a los 10 días tendrás una planta. En septiembre, tenemos calabazas, y estarán completamente maduras en noviembre o diciembre, pero esperamos hasta enero para recolectarlas. Si tratas de cosecharlos antes, se marchitan y mueren”.
Después de eso, los ponen a secar, después de lo cual finalmente pueden trabajarlos, dice.
Se cree que la calabaza de botella es una de las primeras plantas cultivadas del mundo. Fue domesticado hace más de 10.000 años.
“En México”, comenta don Pepe, “los bulos servían para almacenar todo tipo de ingredientes en las cocinas de nuestras abuelas: maíz, trigo, frijol. Mientras tanto, nuestros abuelos las usaban como cantimploras para llevar agua a los campos. Luego vino el plástico, ¡y todo terminó para la calabaza!”.
No exactamente. Las creaciones de Don Pepe han aparecido en exposiciones en varias ciudades de México, y algunas han viajado hasta Alemania, Francia, China, Japón e India.
Si te encuentras en Guadalajara, puedes verlos en su galería Arte Natural en Tlaquepaque, en la calle Independencia 48, en Plaza Pavo Real. El número de teléfono es 332 655 0802.
El escritor vive cerca de Guadalajara, Jalisco, desde 1985. Su libro más reciente es Aire libre en el occidente de México, volumen tres. Más de sus escritos se pueden encontrar en su blog.